lunes, 8 de abril de 2013
Totalmente cierto...
En democracia, es el pueblo
el que manda. Aunque expresarnos así parece devolvernos a un lenguaje que se
hablaba en tiempos arcaicos.¿Quieren seguir manteniendo los políticos la impunidad?
¿Quieren trabajar para otro señor que no es el pueblo y que nadie les demande
por su traición? ¿Va a convertirse la política en un negocio paralelo al
desmantelamiento de los sistemas de previsión social? La salida fácil es decir
que los escraches son una forma de amedrentamiento que pertenece a los
regímenes fascistas. Se equivocan. Las tensiones entre sectores sociales
pertenecen a todos los regímenes que mantienen desigualdades. ¿Quién sin que se
le caiga la cara de vergüenza va a defender que un escrache es más violento que
un desahucio, que un despido, que un corralito, que el cierre de la universidad
y las urgencias, que una mentira electoral, que las machadas de los
antidisturbios, que las multas por ejercer la democracia? Los que están en
contra de los escraches son los que están a favor de otras formas de protesta
que ya no cambian nada. Mienten. O no han terminado de entender que la
democracia que defienden hace tiempo que se ha ido. Una queja que no es oída no
tiene efectos democráticos. Por eso los escraches están devolviendo la
democracia perdida o quizá, incluso, están permitiendo el advenimiento de la
democracia que nunca hemos tenido.
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